La Metalografía, como ciencia que es, tiene establecidas unas técnicas y unas metodologías que han de seguirse para que los resultados que se obtengan tengan validez tanto en la comunidad científica, como en las líneas de producción y estándares que se establecen. Para ello, deben utilizarse un equipo de Metalografía específico que se ha ido desarrollando e implementando con el paso de los años, incorporando al estudio de los metales, las últimas tecnologías.
Antes si quiera de llegar a la fase de observación utilizando un microscopio metalográfico, ya deben emplearse aparatos especialmente diseñados para asegurar que la muestra que se toma del metal que se va a estudiar no esté alterada y sea igual que el metal del que se obtuvo. Las cortadoras metalográficas serán las que se encarguen de proporcionar esa correspondencia exacta. Y después de eso, las prensas metalográficas son el instrumento que se utiliza para procesar la muestra que se ha obtenido, y garantiza un mejor tratamiento y posterior almacenamiento. Por último, y tras obtener la muestra objeto de estudio, recurriremos a comprar un microscopio metalográfico para llevar a cabo el análisis definitivo.
Todos estos aparatos, sean de las mejores o no, pueden sufrir algún tipo de desperfecto que imposibilite la labor de estudio de los metales debido a la precisión que se le exige a esta ciencia. Entonces, ¿qué hacer si eso nos ocurre?